La "noticia numismática” del día de hoy
Resulta que venía con una de mis pequeñas caminando por la calle después de ir por ella a la escuela, veníamos jugando a que éramos coches de carreras y en eso llegamos a una
bajadita que no dudamos en aprovechar, corrimos haciendo ¡¡¡Wiiiiiii!!!- riendo muy contentos.
Siempre tengo que mirar hacia abajo para no tropezarme con los piecitos de ella y partirnos la cara (los dos), y eso iba haciendo cuando de repente, al pasar hecho "la mocha" junto a una coladera vieja, alcancé a ver el brillo de una pequeña silueta metálica de forma circular y por milésimas de segundo pensé:
-¡Naa!, ha de ser una corcholata de esas que los borrachines tiran a la calle cuando andan bien jarras porque aquí enfrente esta la tienda-, o tal vez -un espejito que se le cayó al camión de la basura cuando se estaciona para recibir y separar la basura de los vecinos y la mía claro, puesto que aquí hace parada...
Sin embargo, una pequeña porción del naciente coleccionísta numismático en mí lo pensó dos veces y me dijo:
-¿Y si es una moneda que se le cayó a algún coleccionista que creía llevarla bien guardada y no se percató de la hora en que la extravió, al dirigirse a su casa-
Por otro lado, al mismo instante pensé:
-A lo mejor las lluvias de los últimos días que sacaron a flote las aguas negras de la colonia, botaron una moneda antigua que se encontraba perdida en el fondo de la alcantarilla esperando su momento conmigo... ¡No, no, no!- Me dije a mi mismo.
Apliqué el freno de emergencia, es decir mis pies, y fue tal el jalón hacia atrás que hasta mi pequeña dijo:
-¡¿Papi qué paso?!, ¿Por qué nos detenemos tan feo?
Sobra decir que no le respondí en ese instante, regresaba decidido al lugar donde vi aquella pieza y la tomé con los dedos por el canto, cual si fuera una maravillosa prueba recién salida de la prensa de acuñación y reanudamos la marcha, esta vez ya sin el ¡Wiii!, ansioso por ver de qué se trataba pues no alcanzaba a distinguir bien los detalles del campo y menos porque era como del tamaño de una cuartilla de plata, de esas de 1800.
Pues ahí tienen que llegamos a la casa, yo tremendamente contento y con la euforia a todo por mi nuevo "hallazgo" le dije a mi niña:
-Cámbiate el uniforme y saca tus cosas para hacer la tarea-
Mientras ella hacía lo propio, yo corrí hacia el cajón donde guardo mi lupa de 10 aumentos ¡para ver a detalle mi nueva adquisición!
¿Qué encontré?
Nunca lo imaginé... pensé cualquier otra cosa menos esto:
Siempre tengo que mirar hacia abajo para no tropezarme con los piecitos de ella y partirnos la cara (los dos), y eso iba haciendo cuando de repente, al pasar hecho "la mocha" junto a una coladera vieja, alcancé a ver el brillo de una pequeña silueta metálica de forma circular y por milésimas de segundo pensé:
-¡Naa!, ha de ser una corcholata de esas que los borrachines tiran a la calle cuando andan bien jarras porque aquí enfrente esta la tienda-, o tal vez -un espejito que se le cayó al camión de la basura cuando se estaciona para recibir y separar la basura de los vecinos y la mía claro, puesto que aquí hace parada...
Sin embargo, una pequeña porción del naciente coleccionísta numismático en mí lo pensó dos veces y me dijo:
-¿Y si es una moneda que se le cayó a algún coleccionista que creía llevarla bien guardada y no se percató de la hora en que la extravió, al dirigirse a su casa-
Por otro lado, al mismo instante pensé:
-A lo mejor las lluvias de los últimos días que sacaron a flote las aguas negras de la colonia, botaron una moneda antigua que se encontraba perdida en el fondo de la alcantarilla esperando su momento conmigo... ¡No, no, no!- Me dije a mi mismo.
Apliqué el freno de emergencia, es decir mis pies, y fue tal el jalón hacia atrás que hasta mi pequeña dijo:
-¡¿Papi qué paso?!, ¿Por qué nos detenemos tan feo?
Sobra decir que no le respondí en ese instante, regresaba decidido al lugar donde vi aquella pieza y la tomé con los dedos por el canto, cual si fuera una maravillosa prueba recién salida de la prensa de acuñación y reanudamos la marcha, esta vez ya sin el ¡Wiii!, ansioso por ver de qué se trataba pues no alcanzaba a distinguir bien los detalles del campo y menos porque era como del tamaño de una cuartilla de plata, de esas de 1800.
Pues ahí tienen que llegamos a la casa, yo tremendamente contento y con la euforia a todo por mi nuevo "hallazgo" le dije a mi niña:
-Cámbiate el uniforme y saca tus cosas para hacer la tarea-
Mientras ella hacía lo propio, yo corrí hacia el cajón donde guardo mi lupa de 10 aumentos ¡para ver a detalle mi nueva adquisición!
¿Qué encontré?
Nunca lo imaginé... pensé cualquier otra cosa menos esto:
Un botón apachurrado...
No cabe duda que en cuanto uno se contagia por el "virus" numismático, se pueden ver monedas o medallas en lugares insospechados...
¿Te ha ocurrido algo parecido?
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