¿Alguna vez has pedido el pilón?
En nuestro país es común
pedir nuestro pilón; ya sea en la tienda, la fonda, la recaudería, en el
mercado de nuestra colonia o en el tianguis del barrio.
Es principalmente este último
lugar donde más se ve a la gente pedirlo, ya que los vendedores, con tal de
hacer clientela, tienen la gentileza de ser más flexibles con sus mercancías,
siendo capaces de atendernos como verdaderos caballeros y auténticas reinas, ofreciéndonos
la “prueba” para animarnos a comprar, y el “pilón” después de haberlo hecho,
esto con el fin de que regresemos gustosos a consumirles nuevamente. J
Tianguis de San Felipe
Seguramente mucho tiempo antes
de que Hernán Cortes arribara a nuestras playas, ya se practicaba esa parte de
nuestra vida cotidiana, pues las mercaderías iban y venían a lo largo y ancho
del Imperio, y aun fuera de él.
Al respecto, se me viene a
la mente un Pochteca (mercader) con su caravana de tamemes (cargadores) ofreciendo un par de patolcuachtlis (mantas de tela de algodón) a su interlocutor, como
pilón, para que éste acceda a mercar sus granos de cacahuatl (cacao) con él… ¡y con nadie más!
Pochtecas con su carga
Sin embargo, el tema del
pilón no siempre fue concebido así.
¿La semilla de la justicia?
Al darse la fusión entre naturales
y peninsulares, las actividades de compra-venta e intercambio de bienes y/o
servicios entre ellos también se hicieron presentes; los medios de pago se
hicieron necesarios, importantísimos.
Sin embargo, las moneda
metálica traída por los conquistadores, (castellanos, ducados, escudos, blancas,
etc.) fue rechazada por los antiguos mexicanos al ser totalmente desconocida e
inútil para sus propios fines; así pues, la falta de numerario de baja
denominación hizo necesario aplicar el ingenio, por lo que el cacao reafirmó su
poder como moneda, prolongando así la vida comercial y productiva de estos “reinos
de ultramar”, satisfaciendo las necesidades de ambas partes.
¿Los primeros tlacos y pilones?
Los primeros tlacos y
pilones oficiales de la Nueva España fueron acuñados con autorización del
Virrey Antonio de Mendoza del día 28 de junio de 1542 con un valor de 4 y 2 Maravedíes
respectivamente y con el fin de cubrir la necesidad de moneda de baja
denominación; esto, debido a que las operaciones comerciales de la población
requerían de monedas con valor ínfimo, dado que la mayoría (indígenas) carecía
de recursos suficientes para sus compras, tan así, que ver a algún “desdichado”
poseyendo algún ½ Real o cuartillo (¼ un cuarto de real) no era cosa común.
Maravedies
Dichos maravedíes equivalían
a 1/8 de Real el de 4, y 1/16 de Real el de 2 respectivamente, si hoy los
dividiéramos en centavos serían 1.56 y
0.78 cada uno.
Por increíble que parezca, se dice que eran despreciados por los
nativos mexicanos debido a su valor tan bajo, es decir, por representarles
demasiada pobreza, y que por este hecho los acopiaban, aun en detrimento de su
propio provecho, para posteriormente arrojarlos a las profundidades de lago, estimulando
con esto su desaparición. (!¡)
Sin embargo, lo anterior resulta
asombroso ante el escrutinio de quienes ven en el cobre un material que era apreciado
por los nativos, pues era de utilidad en variados usos e importante para la
vida cotidiana de muchos pobladores, como ejemplo están las conocidas hachuelas.
Después del descalabro de
los maravedíes virreinales, la formas físicas de los nuevos tlacos y pilones nunca
fueron una sola; más bien, tuvieron múltiples signos e interpretaciones “portátiles”,
con características más o menos definidas, cumpliendo eso sí, con algunos
requisitos esenciales para ser incluidos dentro de las economías locales.
Por
ejemplo: ser medios de intercambio y eficaces como mecanismos de pago,
portadores de valor, útiles para acumular riqueza, etc., pero quizá la función
más importante que cumplieron estos nuevos tlacos y pilones, fue la de servir
como ajuste en las pequeñas transacciones de sus principales usuarios, quienes
con tal de ajustar sus compras, llegaban a partirles aún a la mitad para
cumplir con este cometido.
De esta forma, los tlacos y
pilones que eran emitidos en las pulperías, tocinerías, panaderías,
cacahuaterías, azucarerías, pulquerías, etc., etc., eran recibidos por uno y por
otro (casi indistintamente), por un acomodamiento comercial creado entre ellos (los comerciantes)
que consistía en que al juntar la cantidad de tlacos y/o pilones equivalentes a
un real o más, los poseedores podían canjearlos por moneda de plata con sus
respectivos emisores.
Al principio, estas nuevas
“monedas” eran fabricadas en cobre, principalmente por ser un material duradero
y apreciado por muchos, sin embargo no fueron los únicos, los hubo también de
madera y jabón; más tarde se fabricaron también en hierro, plomo, barro, cuero,
vaqueta (cuero curtido), hueso, hule, y hasta se han mencionado alguna vez hechos
de vidrio.
Tlaco municipal de Sierra de Pinos S.L.P.
¿Qué fue de ellos?
Con el tiempo, el uso de los
tlacos y pilones se extendió ¡por más de 300 años! a otras ciudades y
municipios que tenían un comercio activo, y aunque en ocasiones las
características físicas y legales de los mismos variaban, según sus emisores, siempre
hubo la necesidad de contar con ellos.
Su evolución se dio, cuando
se convirtieron poco a poco en monedas municipales, esto debido a las medidas
que intentaron hacerlos desaparecer debido a malas prácticas por parte de
quienes los recibían (lo hacían cobrando una especie de interés por ello), es
decir, la obligación era cambiar 8 tlacos por un Real, pero como siempre hay
avariciosos en todos lados, había quienes los canjeaban a razón 10 tlacos por 1
Real, obteniendo una ganancia del 25%; desafortunadamente esta práctica era
generalizada, y por ese motivo se buscó su regulación. Virreyes como el conde
de Revillagigedo, Félix Calleja, y José de Iturrigaray intervinieron en los intentos
por hacerlo.
¿Solo sucedía antes?
Como mencioné en un
principio, hoy el pilón se puede entender de una manera parecida a como era en
un principio, pero no igual.
Los tlacos y pilones
nacieron con el fin de ajustar las transacciones que requerían poquísimo dinero
entre los individuos, luego, no faltó quien aprovechó para ganar algo extra al
canjearlos por plata; más tarde el Estado intervino con el fin de regular esos
abusos, luego, la situación prevaleció.
Hoy, en nuestra economía, el Estado nos
provee con dinero de bajísima denominación (5C., 10C., 20C.), luego, la gente
lo bota en la calle, indignados por sentir que no valen nada; las “pulperías”
modernas nos siguen dando gangas a fin de que les consumamos a ellos, luego, la
gente las acepta porque quizás no haya más oportunidades de hacerse de un “bien”,
en este mismo tenor, hay negocios grandes y pequeños que aun aceptan “signos de
cambio” entre sí..
Ofertas, descuentos,
promociones, rebajas mediante suscripciones, monederos electrónicos, Etc., etc.
¿Será esta la evolución de los “tlacos y pilones”?
Bibliografía:
-Muñoz., Miguel L. “Tlacos y Pilones., La moneda del pueblo de México”., Fomento Cultural Banamex., 1976.
-Rosado., Diego López. “Historia del peso Mexicano”., Fondo de Cultura Económica., 1975.
-Varios autores., “El Boletín Numismático” No. 46., Sociedad Numismática de México. 1964.
-Muñoz., Miguel L. “Tlacos y Pilones., La moneda del pueblo de México”., Fomento Cultural Banamex., 1976.
-Rosado., Diego López. “Historia del peso Mexicano”., Fondo de Cultura Económica., 1975.
-Varios autores., “El Boletín Numismático” No. 46., Sociedad Numismática de México. 1964.
Imágenes:
- Tianguis de San Felipe: mhttp://chilangabanda.com/wp-content/uploads/2007/02/tianguis.jpg
- Pochtecas con su carga: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/63/Pochtecas_con_su_carga.JPG
- Maravedies: La Compaña de Subastas Numismáticas.
- Pochtecas con su carga: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/63/Pochtecas_con_su_carga.JPG
- Maravedies: La Compaña de Subastas Numismáticas.
- Tlaco de hueso/Madera/sierra de pinos: Libro: Tlacos y Pilones de México
- Ofertas descuentos, promociones...: Amin Tejas
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